A la hora de tomar decisiones financieras, es clave distinguir entre gasto, consumo e inversión. No se trata solo de lo que compramos, sino de cómo eso afecta nuestro futuro. En este sentido, comparar la compra de un auto con la adquisición de una propiedad puede ayudarnos a pensar de forma más estratégica.

El auto: un bien de consumo con obsolescencia programada

Los autos son una muestra típica de consumo aspiracional. Nos otorgan status, movilidad y cierta gratificación inmediata. Sin embargo:

– Pierden valor desde el momento en que salen del concesionario.
– Exigen gastos mensuales (combustible, mantenimiento, seguro, patente).
– Y difícilmente generen ingresos (excepto en actividades comerciales).

Desde una mirada económica, el auto es un pasivo que se deprecia, no una inversión.

La propiedad: un activo que genera valor con el tiempo

Comprar una propiedad, en cambio, implica adquirir un activo real. A lo largo del tiempo:

– Puede aumentar su valor nominal y real.
– Genera ingresos pasivos si se alquila.
– Aporta estabilidad patrimonial y sirve como respaldo frente a crisis.

La propiedad es, en muchos sentidos, un instrumento de capitalización. Se alinea con principios básicos de educación financiera: proteger el valor del dinero, generar renta y diversificar patrimonio.

¿Construís futuro o consumís presente?

Las decisiones financieras reflejan nuestros valores y prioridades. No se trata de negar el consumo, sino de equilibrar lo inmediato con lo estratégico.

Una propiedad no es solo ladrillos: es seguridad, posibilidad de renta, oportunidad de reventa y legado.

Un auto es confort y movilidad, pero con fecha de vencimiento económico.

En Facundo Aguad Bienes Raíces te ayudamos a tomar decisiones con visión.

Invertí en ladrillos, protege tu futuro.

Facundo Aguad.

CPI 2828